miércoles, 13 de julio de 2011

retrato

Camine por un tiempo que me parecio infinito por incontables galerias llenas de cuadros y estatuas con nombres de autores que nada me decian, los rostros petreos y los paisajes estaticos me observaban en las penumbras del atardecer colandose entre los ventanales del techo.
Ignoraba hacia cuanto buscaba inutilmente una salida de aquella galeria a la que entre intentando cobijarme de la lluvia, despues de un tiempo de caminar entre los pasillos casi sin ver nada, descubri que me encontraba perdida, y sola, o por lo menos eso creia.
-¿Señorita, le puedo ayudar en algo?-, el tono del vigilante me sobresalto, medio oculto entre un pilar y una copia barata del David de Botichelli.
-¿Necesita informacion de alguna obra?-, repitio saliendo de las sombras.
-No, gracias, solo busco una salida-.
-Todos buscamos una salida- dijo sonriendo.
-Que gracioso señor, pero llevo no se cuanto aqui y la verdad ya me desespere, mejor si no ayuda no estorbe-, lo deje mirandome fijamente mientras mis tacones llenaban de ecos el recinto, solo queria alejarme de aquella persona y salir cuanto antes al aire libre, me sentia encerrada en una especie de gigantesco mausoleo.
Es inutil, camino y camino dando vueltas, sin llegar a ningun lado, como es posible no pueda volver sobre mis pasos porque cada vez que lo hago encuentro un muro o una encrucijada.
-Yo tambien la he buscado, tanto que finalmente llegue a descubrir que era mejor aceptar el hecho y formar parte de ella-, sus palabras atras de mi hombro me dejan helada, no puedo responder, el sigue hablando.
-Cruzamos esferas de sueños infinitos, y nos encontramos con que hace tanto pasamos el umbral que ya no recordamos la forma de regresar al principio-.
Un atisbo de claridad pasa por mi mente, lo lanzo a un lado y corro como loca gritando desesperada galeria tras galeria, todas iguales, todas oscuras y sombrias, llenas de cuadros con mi imagen repetida una y otra y otra vez, hasta que me derrumbo a la entrada de un portal.
-Venga conmigo, no tenga temor, a todos les pasa la primera vez, ya se acostumbrara-, y me conduce mansa, totalmente vencida hacia un muro casi vacío, donde me espera un lienzo en blanco.

-¡Mi amor, mi amor despierta por Dios, ayudenme a darle masaje en el pecho, un doctor, un doctor!, ¡despierta!-, escucho el eco angustioso cada vez mas lejano en algun rincon perdido de la galeria; hasta que poco a poco se va apagando, y entre miles y miles de retratos, el mio ya sonrie nitidamente con la frescura del óleo y el temple recién pintados.

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