viernes, 21 de septiembre de 2012

Los Dueños

Y cuando llegaron a aquel planeta vieron que era bueno, y plantaron las semillas,dejaron libres los animales tanto del cielo, mar como de las tierras, y ellos vieron con ojos bondadosos a los creadores y los adoraron con sus cantos.
Pero entonces arrivaron los otros de una lejana estrella agonizante, trayendo en sus almas la guerra y la ambición, y vieron también que era bueno, y declararon la guerra a los creadores hasta expulsarlos del paraíso, y declararon que ellos eran ahora los dioses, y fueron vengativos con quienes les precedieron, y arrasaron sin piedad las tierras y los mares acabando con toda resistencia, limpiando aquel mundo de su pasado de bondad y estableciendo un nuevo dominio sobre los sobrevivientes; y se autonombraron terrestres, y dijeron que aquello era bueno, porque ellos eran los creadores, y los seres olvidaron el canto, y cayo la oscuridad en aquel rincón del universo.
II
Temprano por la mañana aún no había mucha gente en el parque, mientras los padres desplegaban las mantas en el pasto, el más pequeño se divertía ahogando hormigas con un embudo de papel, la adolescente pateaba al perro que insistia en seguirla y la madre derribaba mosquitos con el insecticida, entonces, cuando el padre colocaba los sandwiches y la soda de naranja se escucho una voz muy arriba en los cielos que detuvo su quehacer y el de las otras familias que hacian lo mismo a esa hora en aquel lugar.
-¡Hemos vuelto-!, y lo escucho el que en su granja degollaba un puerco,  los que destazaban reses y desplumaban gallinas, los que torturaban gatos y aplastaban cucarachas, asi fuera en Rusia, Japon, Norteamerica, Brasil o Sudafrica, porque fue en un solo idioma, y no se volvió a repetir; y el hombre supo en el fondo de su alma que aquello habia terminado.
III
Sobre la hierba el pan se comienza a secar y la naranjada tibia se derrama en el mantel, a su alrededor las hormigas en circulo repiten los antiguos cánticos, más allá un perro echado sonríe, recuerda tiempos sin cadenas, sobre las copas de los árboles cientos de aves repiten invocaciones, en ninguna parte se observa un ser humano, es igual en los cinco continentes, en los mares y los cielos, los dioses han retornado.
IV
Y los hombres despertaron atonitos bajo un cielo sin estrellas donde retumbaba el trueno y la lluvia salvaje les atormentaba, en sus manos portaban hachas y espadas de roca, entonces recordaron un tiempo de sangre y conquista, al caminar descubrieron en la lejania los restos de una ciudad y en las afueras un ejército que les esperaba, y vieron en el cada ser vivo que en su historia habian cazado, comido, torturado, aplastado, extinguido; ahi esta el leon, el oso, el condor, el lobo,  e incontables nombres perdidos en la noche de los tiempos.
Con un rugido salvaje la lucha comienza, ¿quien sobrevivirá?.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Sobre mi

Sobre la mesa vacía
cuenco de bronce
sobre los bosques
lluvia de otoño
sobre mis ojos
el velo de la noche
sobre mis manos
las venas del tiempo
sobre mis labios
el silencio
sobre mi frente
los recuerdos
sobre mi cuerpo
los años
sobre mi vida
el olvido
sobre la
colina esperan mis padres.

martes, 11 de septiembre de 2012

La Niña

La niña

Glenda Prado Cabrera

Se inclinan hasta casi tocar el suelo, puede ver sus raíces salir poco a poco de la tierra, luego el viento llega mas fuerte y los arranca, se los lleva en el torbellino, allá, muy arriba hasta casi tocar la negrura de la tormenta; la niña observa callada desde el ojo de la cueva, escucha como lejos el mar se despeña sobre las orillas y la lluvia que no cesa le nubla el horizonte.
-¡Chavela ven, no te acerques a la entrada o el aire te lleva¡-, se levanta y voltea a ver a su madre acurrucada en la oscuridad abrazando sus hermanos que no dejan de sollozar, tienen miedo pero se lo guardan, porque atrás en el fondo, sin verse, esta el padre erguido, firme, con el fuetecillo resonando en sus palmas; que aún en la tormenta el sigue siendo el hombre.
La niña vuelve nuevamente la vista afuera, los goterones le mojan la cara, el vestido, azotan suavemente sus mejillas;entonces recuerda, recuerda días atrás, cuando el sol brillaba sobre los palmares ahí en Guanacaste.
Sentir en sus labios los pechos de una mujer, acomodarse en su vientre mirando el sol perderse entre las olas, percibir el caliente aliento emanado de aquellos muslos y el misterio que ocultaban a sus 15 años, -¡Que estas haciendo¡-, el grito vino con una bofetada y el rostro azotado en la arena, luego arrastrada de los cabellos entre las burlonas carcajadas de sus hermanos; y finalmente los gritos desgarrados de  la mujer perdiéndose entre las casuchas de los pescadores. Jamás volvió a verla, nunca supo su nombre, luego escucharía que era una "gringa pervertida" a la que los hombres del pueblo "hicieron" mujer, luego apareció esa mañana comida por los cangrejos.
Todo eso lo oía desde esa otra oscuridad que fue el armario donde la encerraron hasta que se le bajara aquella calentura, luego idas a la parroquia a comulgar, a confesar el pecado nefando a un padre que olía a mariscos y aguardiente; en las tardes azotes del padre macho y lanzada a dormir afuera en el portón, por "tortillera".
Imagino aquello nunca terminaría, hasta que llegó el huracán. Todos corrieron hacia la cueva, padres, hermanos, peones, ella fue sola porque nadie le aviso, quizás deseaban que el agua limpiara aquella impudicia o simplemente que el viento la recogiera para no seguir avergonzándolos.
Ahora están juntas, pero ella sabe sólo será unas horas, luego el retorno del miedo, los golpes, la burla...la tormenta arrecia, vuelan tejas, muros, más allá del medáno el océano desborda.
-¡Chavela que haces, Chavela a donde vas, Chavelaaa!-, pero la niña no escucha, corre hacia la ventisca, la lluvia rasga su vestido, calor sensual, tibio surge desde muy adentro, cae, vuelve a levantarse, llega por fin a la orillas, los muros de agua le ocultan el cielo, uno de ellos la devora, la arrastra adentro, al fondo donde su amada la espera.
-¡Chaveeelaaa, hijaaaa¡- es lo último que escucha antes de sumergirse en la tibieza de aquel vientre virginal.
II
La anciana despierta con sobresalto, es madrugada, el viento y la llovizna azotan los cristales, deja lentamente el lecho y camina hacia la luz apenas definida sobre el Tepozteco; tantos años que imagino haber olvidado.
Sale al patio, en los montes la tormenta amaina, siente en el cuerpo nuevamente el calor de aquellas palmas, se estremece, cierra los ojos y escucha el rumor de la marejada llegando a los pies; abre la mirada y observa lejos, al pie del cerro, desnuda, sonriéndole con los brazos abiertos, esperando, aguardando.
Amanece, las nubes huyen, atrás, la casa y el lecho han quedado vacíos.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Ora Maritima

Rememoranzas

Hay quién cuenta que en la mas lejana de las Azores, la efigie ecuestre de un caballero dirige con su brazo la mirada al septentrión, allá donde en su lecho descansan galeras que eternamente discurren entre sargazos y gaviotas rumbo a sueños cubiertos de niebla).
II
A veces llegan a nuestras playas restos de otros mundos, lenguajes desconocidos con que juegan nuestros niños en la bajamar y recogen los ancianos rememorando viejas leyendas; a  veces unas ramas, otras flores y el dulce elixir de incognitas plantas y extraños metales; más aún, dicen que en el pasado arribaron inertes cuerpos, pieles blancas y ojos claros como sus cabellos. Los sacerdotes callan, queman copal, oran en lengua antigua y cuando nadie les ve dirigen al mar oriental frases que nadie entiende.
III
La lluvia cae suavemente sobre los muelles y el olor a madera fresca se confunde con el humor salado de la neblina, allá el océano gris y picado, quiza no zarpemos hoy, la gente se dispersa en las tabernas, el capitán interroga con la mirada el horizonte. Son las diez de la mañana y el sol sigue oculto, a lo lejos se escucha la ebria tonada de un marino, habla de senos dorados y pieles oscuras, de leche, miel, frutos inmensos, luego
calla, todos voltean a la silueta que se pierde entre las callejas y se estremecen al escuchar aquel eco -¡Tollan, Tollan ¿a donde iremos donde la muerte no existe?, ¿mas, por eso vivire llorando?-.
IV
El Itza abrio incrédulo los ojos, quiso hablar y solamente repitio palabras sin sentido, al salir del templo intento dirigirse al pueblo pero los Ah Kines no lo pudieron interpretar; entonces el balam ordeno se inscribiera en una estela los nombres porque se penso era voz divina y profecia, y así quedo establecido:
-¡Fata Fata Morgana que duermes en lecho de sueños, alla donde reina Arturo desde el templo de la muerte junto a los justos caballeros de la mesa redonda y la magica Excalibur que vigila un dragon y el inmortal Merlin, Oh Fata Morgana, guiame tus pasos bajo la luna a la tierra prometida de Avalon!-, al
terminar todos miramos el mar, pero esa tarde solo trajo el rumor de las mareas.
V
Narra el cronista que Haroldo el batallador rey de los sajones, luchando valiente contra los normandos
de Guillermo el usurpador, murió bajo las flechas de oscuros hombres traídos del norte de negros cabellos y
lengua barbara; dijeron que su cadáver fue llevado hasta el océano y se le extrajo el corazón para deleite de dioses desconocidos, entonces el normando agradecido les retorno a su tierra con grandes presentes y la hija del sajón caído.
VI
El silencio ha caído, la tarde duerme ya en los brazos de Yol Nicté con su mirada azul y la luna reflejada en el rostro, llego desde los arrecifes bajo el signo del quetzal, sollozando recuerdos y lamentos, con el signo del maíz en su mano, la cruz sagrada en el año de la estrella del oriente(1066)
Afuera un hombre de negros ropajes pinta signos en la arena, dicen que ambos se presentaron bajo la proteccion de la serpiente, pero nada mas se sabe, solo que era ella una princesa y el un santo profeta huyendo de la muerte.
VII
Hemos zarpado por fin, aquella primera noche el capitán se dirigió al guía portugues para preguntar
el mejor rumbo a Las Afortunadas; este azorado respondió -¿Yuc 'atan?-(¿Que dice usted?), tapo la boca horrorizado y corrió bajo cubierta a ocultarse.
Las estrellas brillan en silencio, un marinero canta una balada antigua sobre una princesa de ojos azules que descansa bajo una torre de cristal, donde guardo el corazón de su amado padre, el rey de Britania, allá donde nunca se pone el sol.
VIII
Y dicen que Arturo yacente en la barca agonizante, esgrimió en el viento por tres veces el oscuro cuerpo del macuahitl, antes de lanzarlo a las quietas aguas de Avalon, donde el brazo de Coatlicue, la de las faldas de serpiente ya le esperaba.
IX
¡Oh Fata, oh Fata Morgana! tu que recoges cráneos en el tzompantli de Avebury, cuida con tus bendiciones nuestro camino sobre el Mare Tenebrosum a las tierras de promisión donde tus hijos vuelan en alas de dragones emplumados y recogen mariposas en los rojos amaneceres de sus volcanes.