domingo, 3 de julio de 2011

El Final

Le dicen el fin del mundo, el última faro antes de entrar al infierno del estrecho de Magallanes, quizas la última luz que muchos marineros vieron antes de pasar a la eternidad; esta noche lo observo desde la playa borrascosa, una luz fantasmal que no logra romper el solido muro de niebla y lluvia que oculta la oscura mole de Sudamérica alla al norte.
Es Usuhaia, la parada final de esta peregrinación que comenzó hace un año alla en la frontera de Estados Unidos con México, dos naciones que no existen más.
Esa mañana Saltillo amanecio nublado y fresco, me preparaba para salir a caminar y comprar los periódicos del día cuando sóno el teléfono, era Melissa desde la ciudad de México, urgia a que prendiera el televisor y viera las noticias.
Aquel verano el calor había sido sofocante, la sequia había ya matado millones de personas en Africa y aqui ocasionaba terribles tumultos, sobretodo en la zona norte, apenas unos días antes el ejército había masacrado a un grupo de manifestantes que intentaron tomar la presa Cerro Prieto en Nuevo León, y ahora se venía la guerra.
Millones de chinos empujándo desde oriente sobre las naciones del sudeste asiático chocaron finalmente con los intereses norteamericanos en la India, Filipinas, y hacia el norte Japón, Corea del Sur.
Basto un incidente fortuito en el Golfo de Tonkin, las islas Paracel, despúes el ataque a Formosa, el intercambio de notas de protesta, el silencio diplómatico de ambas cancillerias; y el 2 de julio de 2015, en medio del peor desastre climático de la historia, ambos ejércitos chocaron sobre la línea del Amur.
El comunicado fue escueto, pero contundente, me recordo algo lo que habia leido sobre el inicio de la segunda guerra, "A partir de este momento, existe el estado de guerra entre...", pero yo en el fondo sabía que aquello no iria más alla del prólogo.
Apague el aparato, salí y en la calle la gente paseaba tranquila, el cielo amenazaba una lluvia que hacia meses habiamos olvidado, camine hacia catedral y en una esquina un voceador gritaba los últimos acontecimientos.
Suena mi cel, es Melissa otra vez, esta contenida pero la siento al borde de la histeria, -Acaban de lanzar un ataque nuclear contra Formosa-, río y le recuerdo que ahora se parece a la que anunciaba que estaban bombardeando Israel encerrada en el baño, responde que no sea idiota, que estan pasando boletines a cada rato y que los vea porque esto no es una broma.
Estaba comiendo en la plaza cuando lo senti, más que sentirlo lo percibi, fue un ligero estremecimiento de la tierra, deje la mesa y me asome hacia el horizonte; casi salgo sin pagar,
alla a lo lejos hacia el norte se veía una delgada linea brillante que ondulaba como una serpiente; si, la guerra estaba comenzando.
Todo el sur de Estados Unidos ya no existe, la frontera es una llaga radioactiva que supura veneno hacia el sur, ayer estaba en el centro de Saltillo, hoy estoy caminando al lado de miles de personas en un éxodo a quien sabe donde, sólo lo más lejos posible de la muerte.
Pero esa no ha dejado de acompañarnos, la deseseperacion, los asaltos, las luchas por un pedazo de pan, las epidemias, nos diezman cada día, no se como pude llegar hasta la frontera con Guatemala, de los que iniciamos solo quedaba la cuarta parte.
Ahi, en un campamento me encontre a Melissa y a muchas otras amigas y compañeras, habían perdido todo, sólo pensaban en huir, huir o terminar su existencia de una vez en cualquier parte, porque los gobiernos y las fronteras ya no existen.
Me cuenta de la agonia de la ciudad de México, de millones cayendo como moscas, de las masas encerradas en el pequeño valle ahogadas en la ceniza de los volcanes reactivados por el calentamiento nuclear, de como se fue hundiendo todo en el cieno y el lodo, del final saliendo casi a rastras hacia el sur en medio de incendios y masacres.
Luego callo, quedo en silencio mirando al infinito, la deje sola, me di cuenta que ya no teniamos mundo del que hablar, ya no teníamos nada; jamas la volvi a ver.
Nicaragua, Panama, Colombia, pasaron como un sueño, sin saber nada mas, solo caminando día y noche por ciudades y pueblos vacíos.
Guayaquil, Lima, Talca, Arica, Antofagasta, Santiago, Chiloé, ahora no deja de llover una ceniza gris, blanda, huméda, algunos muertos de sed se atrevieron a tomarla, y murieron consumidos por dolores espantosos.
He perdido la nocion del tiempo, creo que hace un mes que llegamos aqui, ya no podemos avanzar mas, creo que somos los últimos en la Tierra, ya no tenemos alimento, han comenzado a devorarse unos a otros, como pude me escondi cerca del faro, desde aqui veo su luz, y escucho como el tumulto se mueve de un lado a otro buscando a quién devorar, es el final, el haz poco a poco se va apagando, termino de escribir, alguién entra a la cueva, uno, dos, tres siluetas, hasta formar multitud; los ojos brillan en la oscuridad, ¿es todo, o acaso un nuevo comienzo?...

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