lunes, 5 de diciembre de 2016

Allende

y cuando Allende moría heroíco en La Moneda
las flores en el pelo marchitaban
y ya nadie queria irse a San Francisco
porque los tiempos eran oscuros
y Jackson y Hearst eran los ultimos sueños
que Nixon y Reagan ahogaban
y no nos quedaba mas que ultimar
programas viejos en las tardes
de blanco y negro
viendo como nuestras esperanzas pasaban
y las últimas protestas aburrian a los travoltas de papel
y ya nadie queria luchar
sólo bailar y bailar
olvidar y olvidar
que pudo el mundo ser nuestro
y sólo en nuestras manos quedaron
flores marchitas
cuentos marchitos
escritos perdidos en el viento
en el fragor de las balas
en un rocket cimbrando Chile
derrumbando la esperanza
¿acaso alguien nos recordara
en las tibias tardes del 73 escuchando a Scott Mackenzie?.

Fidel

Ayer murio Fidel
antier murió el Che
mañana morire yo
y después todos moriremos
¿acaso la muerte marca una diferencia?
¿acaso los tiempos de la muerte no son nuestros tiempos?
¿dudariamos acaso en negar que la muerte es más democrática que el ser humano?
tu te lo preguntas
tu que mañana moriras 
como todos lo haremos
porque antes o después de Fidel
antes o después de ti
ella llegará y seguira llegando
tan puntual como nuestro destino
como nuestra propia mortalidad,
seas Fidel
seas el Che,
seas solo tú.

viernes, 22 de abril de 2016


Los huesos de la tierra

escondido como los huesos de la tierra
el dolor profundo hunde raíces en nuestras venas
sangre herida por las balas del tiempo y la impudicia de la desmemoria
desmedramos notas y escribimos una y otra y otra vez la misma historia
pero no aprendemos a conocer lo que describimos
y nuestra ignorancia es el dolor de otros que saben la verdad
pero la callan
por temor al juicio de los cielos
por temor al juicio del pasado
nada nos queda entonces mas que seguir escarbando
mas y mas hondo
en la piel de la patria
hurgando entre polvos y adobes de ayeres
mientras cae la lluvia
descubriendo lapidas y craneos que nos sonrien sarcásticos
porque ellos saben quienes somos
y nosotros apenas descubrimos quienes eran
les pedimos sus nombres, edades, filiaciones, credenciales
y rien fuerte con la tormenta que cae
porque el morir hace un poco vidente
viendo el futuro que nos espera
escondido como todo al pie de esas ceibas milenarias
tan parecidas a los huesos de esta tierra
tan parecidas a nuestros propios huesos
a nuestra propia sangre
a nuestros propios padres
a nuestros propios hijos
y la lluvia sigue cayendo
sobre los montes
sobre la alameda solitaria
donde pasean inermes
los cadaveres exquisitos
olorosos a tribunas
debates y mentiras truncadas
y las calaveras continúan sonriendo
ya muy lejos de nuestras frustraciones
mientras alguien echa tierra poco a poco
sobre las tumbas
y poco a poco
volvemos a olvidar.