martes, 28 de junio de 2011

Miradas.

Hace tres dias que el autobus desbarranco en este desfiladero, jamas supimos lo que paso, la mayoria estaban dormidos, y asi cruzaron del umbral del sueño al de la muerte; o quizas fueron todos, porque aún no se si estoy vivo o a mitad de ese limbo oscuro que dicen existe entre ambos mundos.
Quizas la única certeza me viene de esa lluvia que pega constantemente en el armazon del carro y se desliza fria hasta mi cuerpo ya totalmente entumecido; mejor, porque asi no siento el dolor que deberia, tengo una pierna casi cercenada, imagino entre la fiebre y el delirio que ya crecieron flores, plantas y yerbas en el muñon retorcido, hasta que sale el sol y pega entre los hierros tan frios como los cuerpos que me rodean, pero no da ningún calor en los huesos donde siento ya se anida la muerte.
Ya es el tercer día estaba diciendo, y desde aqui no puedo ver si por fin alguien descubrio el accidente, tengo mucha hambre, como puedo busco algo en las maletas y en los cuerpos que ya huelen a humedad y descomposicion, creo volverme loca cuando veo que uno de ellos se mueve hacia mi, no, es cierto, pero solo son los gases que pronto lo haran reventar y me asfixiaran con el metano podrido de las visceras que se desparramaran por todos lados ahogandome en la pudrición.
No aguanto mas, decenas de ojos muertos me miran con inerte avidez, creo mi deber darles una respuesta, después de todo me han acompañado en este descenso al infierno de casi una semana, debo agradecer su compañia en cierta forma, ya que gracias a ellos he logrado sobrevivir.
Dicen que cuando me descubrieron repetia constantemente que el mejor platillo son las miradas languidas, hacen una deliciosa digestión.

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