sábado, 1 de septiembre de 2012

Ora Maritima

Rememoranzas

Hay quién cuenta que en la mas lejana de las Azores, la efigie ecuestre de un caballero dirige con su brazo la mirada al septentrión, allá donde en su lecho descansan galeras que eternamente discurren entre sargazos y gaviotas rumbo a sueños cubiertos de niebla).
II
A veces llegan a nuestras playas restos de otros mundos, lenguajes desconocidos con que juegan nuestros niños en la bajamar y recogen los ancianos rememorando viejas leyendas; a  veces unas ramas, otras flores y el dulce elixir de incognitas plantas y extraños metales; más aún, dicen que en el pasado arribaron inertes cuerpos, pieles blancas y ojos claros como sus cabellos. Los sacerdotes callan, queman copal, oran en lengua antigua y cuando nadie les ve dirigen al mar oriental frases que nadie entiende.
III
La lluvia cae suavemente sobre los muelles y el olor a madera fresca se confunde con el humor salado de la neblina, allá el océano gris y picado, quiza no zarpemos hoy, la gente se dispersa en las tabernas, el capitán interroga con la mirada el horizonte. Son las diez de la mañana y el sol sigue oculto, a lo lejos se escucha la ebria tonada de un marino, habla de senos dorados y pieles oscuras, de leche, miel, frutos inmensos, luego
calla, todos voltean a la silueta que se pierde entre las callejas y se estremecen al escuchar aquel eco -¡Tollan, Tollan ¿a donde iremos donde la muerte no existe?, ¿mas, por eso vivire llorando?-.
IV
El Itza abrio incrédulo los ojos, quiso hablar y solamente repitio palabras sin sentido, al salir del templo intento dirigirse al pueblo pero los Ah Kines no lo pudieron interpretar; entonces el balam ordeno se inscribiera en una estela los nombres porque se penso era voz divina y profecia, y así quedo establecido:
-¡Fata Fata Morgana que duermes en lecho de sueños, alla donde reina Arturo desde el templo de la muerte junto a los justos caballeros de la mesa redonda y la magica Excalibur que vigila un dragon y el inmortal Merlin, Oh Fata Morgana, guiame tus pasos bajo la luna a la tierra prometida de Avalon!-, al
terminar todos miramos el mar, pero esa tarde solo trajo el rumor de las mareas.
V
Narra el cronista que Haroldo el batallador rey de los sajones, luchando valiente contra los normandos
de Guillermo el usurpador, murió bajo las flechas de oscuros hombres traídos del norte de negros cabellos y
lengua barbara; dijeron que su cadáver fue llevado hasta el océano y se le extrajo el corazón para deleite de dioses desconocidos, entonces el normando agradecido les retorno a su tierra con grandes presentes y la hija del sajón caído.
VI
El silencio ha caído, la tarde duerme ya en los brazos de Yol Nicté con su mirada azul y la luna reflejada en el rostro, llego desde los arrecifes bajo el signo del quetzal, sollozando recuerdos y lamentos, con el signo del maíz en su mano, la cruz sagrada en el año de la estrella del oriente(1066)
Afuera un hombre de negros ropajes pinta signos en la arena, dicen que ambos se presentaron bajo la proteccion de la serpiente, pero nada mas se sabe, solo que era ella una princesa y el un santo profeta huyendo de la muerte.
VII
Hemos zarpado por fin, aquella primera noche el capitán se dirigió al guía portugues para preguntar
el mejor rumbo a Las Afortunadas; este azorado respondió -¿Yuc 'atan?-(¿Que dice usted?), tapo la boca horrorizado y corrió bajo cubierta a ocultarse.
Las estrellas brillan en silencio, un marinero canta una balada antigua sobre una princesa de ojos azules que descansa bajo una torre de cristal, donde guardo el corazón de su amado padre, el rey de Britania, allá donde nunca se pone el sol.
VIII
Y dicen que Arturo yacente en la barca agonizante, esgrimió en el viento por tres veces el oscuro cuerpo del macuahitl, antes de lanzarlo a las quietas aguas de Avalon, donde el brazo de Coatlicue, la de las faldas de serpiente ya le esperaba.
IX
¡Oh Fata, oh Fata Morgana! tu que recoges cráneos en el tzompantli de Avebury, cuida con tus bendiciones nuestro camino sobre el Mare Tenebrosum a las tierras de promisión donde tus hijos vuelan en alas de dragones emplumados y recogen mariposas en los rojos amaneceres de sus volcanes.





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