lunes, 30 de julio de 2012

El que se oculta entre las nubes

El que habita entre las nubes.

Dicen que en el cielo no existen los obstáculos para que puedas llegar a alcanzar la velocidad de la luz, por lo menos eso decían los muchachos del escuadrón, hasta que ocurrió lo de Petersen, y esa cosa.
Quiero decirles que en aquella época nadie se preocupaba por saber hasta donde podían llegar los aparatos, con los mustangs no alcanzabamos ni squiera la barrera del sonido, era difícil imaginar que pasaría entonces, pero en 1948 todo aquello cambio cuando nos avisaron que pronto llegarían los reemplazos.
Brillaban cegadoramente al sol del desierto, eran los nuevos P 80 Shooting Stars de propulsión, los primeros que veíamos, aunque ya habíamos escuchado de los ME 262 alemanes que nos habian causado bastantes problemas al final de la guerra, pero estos eran nuestros y pronto esperabamos usarlos.
Petersen fue uno de los primeros en apuntarse para el entrenamiento, creo que desde la adolescencia soñaba con naves espaciales y esas cosas, pero la realidad es que no se dejo llevar por fantasías y resulto un buen piloto, el mejor diria yo; cuando inicio el conflicto en Corea sabíamos que no tardaría en solicitar como muchos de nosotros viajar hacia aquella zona.
Llegamos a principios del 51, para entonces los migs ya zumbaban sobre las montañas, sin embargo fue cuestión de días para que la escuadrilla comenzara a adquirir la fama que nos iba a dar un siniestro apodo para los chinese, los Mig Killers.
Fue en febrero cuando volaba cerca de Kaeson que Petersen nos comento aquella loca idea de inyectar un poco mas de combustible para volar aun mas rapido de lo que marcaban las especificaciones, quería sentir la adrenalina de llegar al limite y cuando estuviera cerca cortar la linea y planear hasta llegar cerca de las montañas para luego prender otra vez el motor y regresar a la pista.
-¡En verdad lo hizo el muy hijo de perra-, grito Charlie el mecanico cuando lo vio llegar al anochecer desde el norte casi en picada, todos corrimos al ver que aterrizaba con la punta de la nariz casi tocando el piso, daba un rebote y luego se aplanaba sobre el cemento practicamente sin rueda delantera.
-¡Eres un estúpido Pete, el jefe no te dejara volar por una semana, te lo ganaste!- le dije al pasarle una cerveza por el enrejado, -Cierto Jock, pero lo que vi y sentí allá arriba valió la pena-.
Luego me conto como habia llegado a una velocidad inimaginable con el fuselaje a punto de ser arrancado al instante que cerro la valvula del combustible.
-Amigo, eso fue casi ver la eternidad frente a tu cara- reia pero tras tomar un sorbo de la botella se quedo callado, luego continuo casi pesando las palabras -pero hubo algo mas chico, algo que me hizo detenerme cuando casi llegaba a los limites, no se, no sabria explicarlo, fue algo extraño, muy extraño- y no me dio mas detalles a pesar de la insistencia.
Dos semanas despues volabamos en formacion de tres a las afueras de Pyonyang cuando nos atacaron varios Migs, a pesar de tener el sol atras conseguimos revertir la situacion y con una rafaga derribe uno de ellos que cayo dando espirales de humo, otro fue de Randall y el restante se lo iba a llevar Petersen cuando vimos que desviaba el rumbo y se dirigia nuevamente al norte a una velocidad tremenda haciendo caso omiso de nuestros llamados, ni caso añadir que nuevamente se llevo una reprimenda y un dia de reclusion, pero se nego a dar las razones de su comportamiento, a todos menos a mi.
-¡Te lo juro!- me dijo casi murmurando -¡Lo vi, era primero como una roca o una montaña en el cielo, al principio pense que era una nube, pero al acelerar lo vi claramente, era algo vio que se movia, ¡caminaba con cientos de apendices en el cielo¡ ¡te juro que no estoy loco!, y algo mas Jock ¡esa cosa me vio, me vio!-.
Nadie fuera de mi escucho aquella historia, unos dias despues pidio licencia por motivos de salud y regreso a casa, el parte medico decia que por causas nerviosas estaba imposibilitado para volar, no supimos mas de el entonces, la guerra continuaba y las salidas eran casi diarias, sabia que tenia que concentrarme en el combate e intente olvidar aquel cuento de locos, era una cuestion de vida o muerte.
Hacia 1953 en una de las ultimas salidas para escoltar bombarderos en ruta al Yalu hacia el anochecer iba concentrado en el Sabre que tenia enfrente cuando algo mas llamo mi atencion, a varias millas de altura sobre nosotros, apenas como un borron gris en los limites de la atmosfera, una nube ¡que se movía!.
Recorde la historia de Pete, y sentí un sudor frio que me recorria la espalda cuando aquella cosa se deslizo rápidamente al frente de la formación casi en la linea del horizonte, creciendo hasta tomar la forma de un monstruoso cumulo oscuro que se retorcia y reptaba sobre las montañas.
-Mitcher se acerca una tormenta, dile al jefe de escuadron que desvie los pajaros hacia el sur creo que no la libraremos, debemos regresar-, mi voz resono con eco en el microfono, un eco que se repitio con las voces de los demás pilotos que fueron repitiendo la orden hasta que la idea fue aceptada, para entonces aquello se encontraba casi encima de nosotros, con un violento giro di la vuelta y los otros me siguieron; todos menos el bombardero de Samuelson, jamas olvidare los gritos de espanto cuando su avión fue atrapado por la masa y literalmente devorado en aquella oscuridad gelatinosa, luego se escucho el crujido del fuselaje, despues nada.
Todos juramos callar lo que habiamos visto y oído, se reporto el accidente como producto de un rayo, decir lo contrario hubiera sido inútil, nadie nos hubiera creido; excepto Petersen, si viviera.
Dos años después se enrolo en una escuadrilla de pruebas en Mojave, dicen que volaba un avion cohete cerca de la frontera cuando lo escucharon -¡Dios, aquí esta, es enorme, gigantesco, y viene hacia mi!-
Del vehiculo solo encontraron unos pedazos de aluminio curiosamente cortados y retorcidos, nadie logro saber que paso alla arriba, pero yo si recordé una frase del equipo de socorro cuando llegaron a lo que quedo tiempo atras del bombardero perdido, -¡Demonios, parece que los hubieran masticado-!.
Han pasado muchos años desde entonces, ya no volví a volar, pero en ocasiones cuando veo nubes de tormenta sobre las montañas no puedo evitar estremecerme, especialmente cuando siento que algo se mueve dentro de ellas; y nos observa.




miércoles, 25 de julio de 2012

El llamado.


-¡Mario ya levantate a desayunar se te va a hacer tarde!-, el grito de mi madre hace que abra los ojos sorprendida, trato de ubicar la realidad mirando estúpidamente el techo por un largo minuto, -¿Te vas a levantar o no?-, la segunda llamada termina de despertarme, hago a un lado las cobijas, estoy sentada con las piernas colgando, ¿carajo cuantos años tengo?; descalza camino al espejo del tocador y miro fijamente el reflejo, en la radio del taller de mi padre se escucha la voz ronca de Mario Fernandez como el Ojo de Vidrio, entonces un eco muy lejano me viene a la mente y creo despertar...
-¡Conque muy machita maricona, a ver si tienes los guevos pa seguirle tirando al gobernador cabrona-, es de noche, una noche profunda y oscura en el desierto, a lo lejos veo las luces de Saltillo, el frio cala pero pienso que ha de calar mas el de esta tierra polvosa y helada donde en unos segundos mi rostro descansara inerte.
-¡Te metiste con la gente equivocada pendejita, ora si ya te llevo la chingada!- no veo los rostros, solo escucho las silabas que me escupen sobre el cuerpo, sobre la sangre cuajada que forma costras en la blusa, un empujón y doy sobre las piedras, siento se me clavan en la espalda, fijo la mirada en las estrellas, respiro hondo y espero, solo espero.
-¡Mario, ¿vas a venir a desayunar ya?-, sigo viendo el espejo, papa prende la sierra, escucho la madera partirse, huelo el aserrin a tierra humeda, mojada de agua, mojada de sangre, -¿Vas a venir, vas a venir?- me aferro a la imagen, no quiero romperla, debo ir a la cocina, es mi salvación, la continuidad de este tiempo y no del otro, debo, debo de... miro mi pecho lleno de sangre, mama ha callado, me espera, en el techo se multiplican las estrellas; poco a poco sumergida en la oscuridad.

miércoles, 18 de julio de 2012

Retorno

Retornamos con el atardecer a nuestras tierras,
lejos quedaron los campos de batalla
las grises tumbas
las lluvias plomizas
los amigos
los hermanos y los hijos
olvidados en los helados valles
al lado de nuestras viejas espadas
llegamos a casa
el caballo suavemente cocea en el polvo del patio
grito alegremente esperando escuchar las risas de mis hijos
las lagrimas de mi esposa
pero nadie contesta
el tiempo ha pasado
bajo la higuela hierba sobre las lapidas
los muros silenciosos delatan la muerte
tomo en las manos las cenizas del hogar
de rodillas lloro en el eco de los muros que caen
¿acaso ha pasado tanto tiempo?
afuera las golondrinas vuelan al sur
y mi caballo me mira silencioso bajo la suave ventisca
pronto descansare
¿habra alguien que pueda sepultarme?.

martes, 17 de julio de 2012

Un resplandor

Una luz temblorosa apenas visible sobre las olas llamo la atención del gran almirante que caminaba sobre la cubierta de la Santa María aquella noche de octubre, un resplandor que subía y bajaba alla en la lejanía y que parecía indicar la proximidad de la tierra firme; así fue consignado, más el amanecer revelo únicamente la soledad del océano.
Y la robusta carabela cruzo silenciosamente sobre el cuadrante donde la noche anterior se vio aquello, pero nadie lo noto, ni siquiera el fatigado Colon que inquieto seguía buscando las señales alentadoras junto a sus vigías, tan atentos al horizonte que no repararon los restos que la quilla dejaba atrás a su paso entre los trozos de una balsa de hule, un pedazo de metal, un asiento desgarrado, una maleta abierta, un oso de felpa, un ejemplar del London Times y una pequeña caja negra que inerte repetía un bip que nadie escuchaba.
-¿Alguien nos puede escuchar?, ¡Dios mio no sabemos donde nos encontramos, nuestro avión cayo anoche en el mar! ¡Por favor si alguien nos escucha manden ayuda, somos sobrevivientes del Super Constellation vuelo de Londres a Bahamas!, si alguien capta este mensaje... ¡Bill, Bill es un barco enciende la bengala! ¡Auxilio,auxilio por favor aquí estamos, aquí estamos...Oh Dios no es posible, no es po...!.
Al día siguiente Cristobal Colon llegaba a la isla de San Salvador.